Todos los padres tienen un hijo favorito: 10 testimonios desgarradores de diferencias entre hermanos.
¿Alguna vez te sentiste menos que otros dentro de tu familia? Siendo padre, o madre ¿crees tener preferencias por alguno de tus hijos en particular?
Preferir a un hijo por sobre los otros, está socialmente condenado. Se trata de un tema tabú, vergonzoso e inquietante; sin embargo, es un fenómeno mucho más común de lo que pensamos.
La psicóloga clínica y doctora en sociología, Catherine Sellenet, que incluso escribió un libro al respecto, nos trae luz sobre este tema candente y doloroso:
“El 80% de los padres que interrogamos en relación a este tema, manifiestan una preferencia por uno de sus hijos, aunque les cuesta mucho reconocerlo. Es necesario hacer una diferencia entre el amor que sentimos por nuestros hijos y la cuestión de la preferencia.
No porque como padres sintamos preferencia por uno en particular, quiere decir necesariamente que no amamos a los otros”.
Lo que explica la doctora es cierto, sin embargo, el hecho de preferir o de reconocer preferencia sobre uno, automáticamente parece dejar demostrado que se lo quiere más por encima de los otros. Esto genera culpa en los padres, mientras que simplemente se trata de reacciones humanas que debemos amoldar a nuestra realidad familiar tomando en cuenta la regla de la igualdad que siempre debe prevalecer.
Ahora bien, cuando las diferencias son notorias e injustas, las consecuencias dentro de una familia pueden ser desastrosas y los efectos secundarios en los hijos pueden marcarlos para el resto de sus vidas.
Conozcamos algunos testimonios de personas que consideran que sus hermanos fueron los preferidos y que la actitud de sus padres los marcó para siempre.
“Las diferencias con mi hermana estuvieron siempre y siguen estando. Mi madre gastó 6700 € en la boda de mi hermana e incluso se encargó de organizarla. Yo me casé hace poco. Pagó la mitad de mi vestido y me hizo un regalo varias semanas después. No participó en ningún preparativo de la boda. Según ella, ‘no tenía tiempo’. Es un dolor que llevaré el resto de mi vida.” Daya, 27 años.
“Soy la mayor de mis hermanas y durante toda mi vida sentí el desprecio de mi madre. Ella quedó embarazada de mí siendo adolescente y mi padre la abandonó. Años después, se casó con un médico y tuvo tres hijas más; mis hermanas. Siempre me sentí la rechazada tanto en lo afectivo como en lo financiero. En su cabeza, yo era la hija de un hombre malo, mientras que mis hermanas eran las hijas de un médico. Es como si me hiciera culpable de lo que le sucedió”. Sara, 50 años.
“Aunque me llevo bastante bien con mi madre en general, ella y yo hemos luchado con el mismo problema desde que era niña: prefiere a mi hermana mayor. Cuando nací dieciocho meses después que ella, mis padres querían un niño. Una gran decepción. Luego, con el tiempo, se añadió otra preocupación: dice que no me entiende, que soy un poco retorcida, etc. Durante mucho tiempo, esta injusticia me hizo sufrir, pero aprendí a superarla para mantener la paz familiar. A veces me hago preguntas. ¿Debo renunciar definitivamente a tener una buena relación con ella? Sería una pena…” Laura, 40 años.
“Las diferencias entre mi hermano y yo, las ven hasta mis amigos. Cuando mi hermano llega a casa, mi madre está feliz. ¡Incluso cambia el tono de voz cuando habla! Se dirige a él como si fuera un niño pequeño, le hace su comida favorita, le pregunta si está cansado, si trabaja mucho…
Para mí, nada. Si le hago una broma a mi hermano, automáticamente sale en su defensa, se enoja conmigo y me exige que no me meta con él. Todo el tiempo le está diciendo lo guapo e inteligente que es. A mí, en mi vida me ha dicho eso.” Javier, 33 años.
“Hoy papá dijo que tenía medio día libre y que quería aprovecharlo para hacer compras. Mi mamá dijo que era una buena idea, porque ‘las niñas’ necesitaban ropa nueva. Le ofrecen a mi hermana ir con ellos, mientras yo iba al gimnasio.
¿Resultado? Yo me tuve que volver caminando sola. Y no sólo eso, cuando volvieron de hacer compras veo que a mi hermana le compraron un montón de cosas y para mí… ¡Dos bragas! ¿No es injusto? La misma historia se repite y se repite”. Vanessa, 16 años.
“Somos tres hermanos (dos hermanos y una hermana). La menor era siempre la princesita con la que el umbral de tolerancia era bastante más alto que con mi hermano y conmigo. Todo era para ella, y no era sólo por parte de mis padres, sino también el resto de los parientes cercanos.
A mi hermano y a mí nos exigían al máximo, en cambio ella, podía cambiar de carrera y de Universidad cuantas veces quisiera.
Pero el tiempo pasó, y mis padres no logran ver que convirtieron a mi hermana en un ser caprichoso y totalmente dependiente.” Leandro, 36 años.
“Siempre sentí que mi hermano era el favorito. Le dieron más regalos, dinero, ayuda, etc. Mi padre lo contrató como becario en su empresa mientras que a mí me negaban las prácticas, le regalaron un BMW, mientras que a mí me regalaron un Peugeot.
Sufrí mucho de niña, no sólo por lo que ellos hacían, sino también por los comentarios de la gente, porque todos se daban cuenta de lo que sucedía.
Hoy en día, tengo un profundo resentimiento dentro de mí contra mis padres (especialmente con mi padre) y no sé cómo lidiar con ello, puedo enfadarme mucho con ellos y con mi hermano y volverme extremadamente agresiva. Esto afecta mucho a mi vida y creo que por eso vivo a menudo con depresión y tengo poca confianza en mí misma.” Sofía, 29 años.
“Mi caso es a la inversa. Siempre supe que era la preferida de mis padres. Mi hermano mayor traía buenas calificaciones y se esmeraba mucho por ser buen hijo, pero a mis padres siempre les importaba más lo que hacía yo. Yo sé que mi hermano no sentía un resentimiento hacia mí, pero le molestaban las diferencias que hacían mis padres.
Al mismo tiempo, la situación me ponía bajo mucha presión, porque sabía que estaban pendientes de cualquier cosa que yo hiciera. ¿Quién quiere ser el centro de atención todo el tiempo? Es agotador.” Eugenia, 27 años.
“Tengo 15 años y mi hermana 13. Sé que no soy la más querida de las dos. Mi hermana se lleva todos los halagos, los premios y el cariño de mis padres.
Sin ir más lejos, ayer tuve un problema y me encerré en mi habitación a llorar. ¡Nadie vino a verme ni a preguntarme qué me pasaba! A nadie le importo.
Mi hermana es alta, hermosa y muy buena estudiante. Yo soy todo lo contrario, pero también soy su hija y merezco que me quieran.” Macarena, 15 años.
“Mi madre siempre hizo diferencias entre mi hermana yo. Soy la mayor, me casé primero y tengo dos hijas. Mi madre no es una abuela atenta y cariñosa. Se olvida de los cumpleaños de sus nietas y muy pocas veces les hace un regalo o las llama por teléfono. Eso generó mucho resentimiento en mí, porque siento que extendió la indiferencia hacia mis hijas.
Ahora mi hermana está embarazada y sé que no está bien, pero no puedo evitar estar a la expectativa de qué va a pasar con el bebé de mi hermana cuando nazca. ¿Se comportará mi madre como con mis hijas o seguirá haciendo diferencias entre nietos? Me siento triste y excluida. Anabela, 32 años.
Los celos y las diferencias, hacen daño.
Algunas veces, los padres “prefieren” a un hijo en particular porque lo consideran más débil o porque tienen mayor afinidad con él. Eso no quiere decir que no quieran al resto de sus hijos, pero también es cierto que cuando las diferencias son muy notorias y los hijos ven que hay preferencia por uno, no pueden evitar sentir celos.
Los padres debemos estar atentos a repartir nuestro amor por partes iguales, simplemente porque nuestros hijos nos necesitan y necesitan sentirse amados.
¿Alguna vez viviste una situación similar?