[VIDEO] Niño de 14 años llevó energía eléctrica a toda su comunidad con generadores de bajo costo.
William Kamkwamba le demostró al mundo que no se necesita dinero cuando se es talentoso, se tiene el deseo de ayudar a los demás y la perseverancia para intentarlo una y otra y otra vez. ¡Él solo salvó la vida de miles de personas!
William vivía con sus padres y sus cuatro hermanas en Malawi. Estudiaba en la escuela primaria y era un alumno muy aplicado, hasta que tuvo que interrumpir sus estudios, porque una hambruna provocada por la sequía invadía su aldea y sus padres no tenían dinero para pagar sus gastos escolares.
Esto no hizo que William dejara de lado sus ambiciones y su amor por el estudio. Siguió leyendo, aprendiendo, estudiando… Y buscó la manera de resolver la falta de agua; un flagelo que azota a gran parte de la población africana.
El acceso a la electricidad en su aldea era prácticamente imposible, pero él estaba determinado a ayudar a su familia y al resto de los pobladores.
Sin poder ir a la escuela, William pasaba gran parte de su tiempo en la biblioteca, cuando no estaba ayudando a su padre en el campo, y entonces investigó la forma de obtener agua.
A diferencia de otros, no se quedó con los brazos cruzados. La perseverancia, la fe en Dios y el coraje fueron las armas que utilizó para enfrentar la complejidad que los rodeaba.
Morir de hambre
“En cinco meses, los habitantes de Malawi empezaron a morir de hambre. Mi familia comía sólo una vez al día; a la noche y sólo eran tres bocados de nsima (maíz hervido) para cada uno. La comida pasaba por nuestro cuerpo y ya no nos quedaba nada”, contó William.
Y entonces empezó a interesarse por los libros de ciencias y física hasta que uno particular llama su atención: “uso de la energía”.
Es un manual técnico, con dibujos en el cual él ve el esquema del desarrollo de un aerogenerador de electricidad. A pesar de que no entiende bien el inglés y no cuenta con ayuda, empieza a analizar cómo poder construir su propio aerogenerador.
Con ingenio y perseverancia y contra viento y marea, construye por sí mismo este artefacto que le costó la burla de todos los que lo rodeaban, e incluso, de sus propios padres, que no entendían lo que estaba haciendo William. Pero él no renunció. Tenía fe en sí mismo. En el fondo de su corazón, sabía que podía encontrar la solución.
“Tenía que tener confianza en mí mismo. Después de ver la foto del molino de viento en el libro, me dije: ‘en algún lugar, alguien construyó esta máquina y fue construida por las manos de una persona que era un ser humano. Yo también soy un ser humano’”, explicó William. Claro… si otro lo había hecho, ¿por qué no podía hacerlo él?
¡Qué joven inteligente y maravilloso!
Y entonces se da cuenta de que el viento podría ser un gran aliado, porque de eso sí hay mucho en el lugar en donde él vive. Y entonces en los libros aprende que un molino de viento puede bombear el agua y generar electricidad. Bombear agua, implica irrigar. Y entonces todo se aclara en su mente. Por fin había encontrado la forma de luchar contra el hambre y tener acceso al agua para regar los campos y combatir la sequía.
Pero entonces se le presentó otro problema. ¿Dónde podría conseguir los materiales para fabricarlo? ¿Cómo ensamblarlo? ¿Cómo enfrentar a todos los que se burlaban de él todos los días y lo trataban de loco?
En primer lugar, fue a un basural. Allí encontró un ventilador, tubos de PVC, un amortiguador, una parte de una bicicleta, un dínamo, tubos de plástico y empezó la construcción de su máquina.
¡Eureka!
¡Lo había logrado! Lo que William construyó alimentaba de electricidad las lámparas y de esa manera comprobó que su invento funcionaba. Esto lo animó a ir por más. Con madera de eucalipto, construyó la torre e instaló su máquina.
¡Increíble! La máquina era capaz de activar la bomba de agua y extraer la cantidad suficiente para irrigar los campos de su familia.
Todos estaban maravillados. ¡No lo podían creer! Los vecinos de William venían a su casa a cargar sus teléfonos móviles. Esta máquina que inventó cambió la vida de todos y principalmente de su familia.
Periodistas de África y de todo el mundo vienen a conocer a este “niño que domó al viento” y empiezan a invitarlo a conferencias tecnológicas, radios y televisiones de todo el mundo.
Todos están maravillados con su historia, que es un verdadero testimonio de fe. Los inversores financian sus estudios y obtiene su diploma en la prestigiosa escuela de Sudáfrica “African Leadership Academy” en Johannesburgo. Luego, sigue estudiando en Estados Unidos.
Pero William no olvida sus orígenes y sigue siendo tan humilde como siempre. Sueña con volver a África y crear su propia empresa eólica y de paneles solares.
“Quería decirles algo a todas las personas pobres como yo, a los africanos y a todos los pobres que luchan para conseguir sus sueños, que Dios se los conceda. Les digo, tengan confianza en sí mismos y crean en lo que hacen. Pase lo que pase, nunca renuncian”, dijo William.
William espera que otros tomen su ejemplo y pide ayuda para brindar educación a las personas y que éstas puedan solucionar los problemas por sí mismas; porque sabe que solos no pueden.
Su historia inspiró un libro (creando corrientes de electricidad y esperanza) y también una película que podemos ver en Netflix que se llama, al igual que el libro, “el niño que domó el viento”.
En esta charla TED, William cuenta cómo fue su idea para resolver el problema de su comunidad.
Es admirable como un joven tan joven, sin recursos, con la ayuda de algunos dibujos, de unos pocos libros y sin el apoyo de nadie, pudo devolver la esperanza a cientos de personas condenadas al hambre y la miseria. William sí que es un verdadero héroe.